“La realidad habla de mujeres que han tenido que resistirse durante muchos años a este “quedar de lado”, lo que sería una violencia simbólica. En las Comisiones Directivas se dice “vamos a poner dos mujeres en la Comisión Directiva para que se vea que tratamos bien a las mujeres, que sepan escribir bien y que tengan linda letra, para darle el cargo de “secretaria de Actas”; pero nunca se las destina a tener cargos de mayor responsabilidad en una Comisión Directiva.

Este es nuestro compromiso, que los varones podamos trabajar para integrarnos. A pesar de la incomodidad de la perspectiva de género y los Derechos Humanos, cuando tratamos estos temas, los varones también nos dan una perspectiva para pensar en los nuevos cambios sociales.

Sabemos cuánto le cuesta a una mujer que su autoridad sea reconocida; muchas veces se teje una trama encubierta de poder oculto entre los varones que obligan a esa mujer a tener que demostrar permanentemente o constantemente su capacidad y su potencial. Creemos que hay que pensar con seriedad en el acceso de las mujeres en puestos de decisiones y romper el techo de cristal en los cargos de las Comisiones Directivas.

Y esto es importante para poder incorporar a las mujeres en todas las actividades vinculadas programándolas de modo que puedan conciliar con su vida familiar, a veces las reuniones son interminables, se hacen a deshora y entonces una mujer limita su posibilidad de capacitación y de participar”.