La Sinfonía del mutualismo/cooperativismo es la más majestuosa, desafiante y osada aventura que el imperfecto músico obstinadamente se propone interpretar una y otra vez, luego de descubrir, en los albores de su existencia, que su sólo instrumento pasa desapercibido, aún entre los más tímidos sonidos de la majestuosa naturaleza. ¡Solo no podré trascender! ¡Sufro de aguda fragilidad! ¡El trinar del canario se impone a mi humilde violín!
La Sinfonía debe ser interpretada por múltiples instrumentos: vientos, madera, metal, percusión, cuerdas, teclas, etc. y etc.… ¡Todos tan singulares! ¡tan únicos! ¡tan egocéntricos!
La Sinfonía tiene una estructura formal (siempre). Sus partes se llaman “movimientos”; simulan al oleaje del mar cambiante por los vientos, el sol, la luna y el magnetismo de la tierra. Los movimientos entrelazados dan forma (y dialécticamente se forman a sí mismos) a cada fragmento de la Sinfonía.
Cada “movimiento” tiene un “estilo” y un “tempo” …. No siempre las aguas están calmas, la marea sube y baja y las tempestades suelen ser recurrentes. El “allegro “es el primer movimiento y su “tempo” es el de la construcción… del alumbramiento… del preludio de ese corajudo sueño compartido en el que se embarcarán los músicos. El “andante”, como segundo “movimiento” está teñido por el “tempo” contagioso y esperanzador del quijotesco crecimiento. El movimiento llamado “scherzo” viene signado por el “tempo” que da contenido al momento crítico; a menudo decantador del proceso Sinfónico. El voluntarismo ya no alcanza. Los molinos de viento son muchos y robustos y pareciera que Poseidón se empeña en dejarnos solos a merced de los prepotentes embates del entorno. La intensa niebla del mar, hace que nos desdibujemos del otro. Muy a menudo no nos podemos ver… ni oír… desafinamos… ¡tocamos feo!, ¡nos culpamos!, ¡que cambien a los saxofonistas!, ¡que se corra el director!, ¡pero a veces no tocamos tan mal!, ¡sigamos practicando… lo vamos a lograr! ¿Qué hacemos?… Múltiples sonidos disonantes: ¿nos bajamos del barco?, ¿levantamos las velas?, ¿las bajamos?,¿dejamos de remar o lo hacemos con mayor intensidad que antes?
Sin dudas, el “tempo” de este fragmento será la incertidumbre, el debate, la capacidad de alcanzar acuerdos, …. de consensuar, de ser empáticos. Y me permito decirles que será la constante y más extensa parte de la Sinfonía. ¡Del constructo que armemos para protagonizar este “movimiento” dependerá si hay un cuarto movimiento más o no! ¡Y los cuartos movimientos en esta particular Sinfonía generalmente son muy tristes! Sentenció una “Estrella” que posada en el carajo parecía una gaviota.
La “utopía” será quizás, permanecer infinitamente en el tercer movimiento y fluir en él, permaneciendo hasta que el implacable ciclo de la vida de cada músico, vaya proponiéndole uno a uno interpretar su instrumento en supra- escenarios y que energías renovadas rebosantes de ilusión y juventud se apropien de sus experimentados y terrenales atriles… La Sinfónica seguirá tocando y la Sinfonía se renovará sobre sus propios acordes. Entonces el cuarto “movimiento” no llegará nunca pues si hay un “finale”, entonces el sueño estrepitosamente se habrá apagado… la utopía habrá dejado de alumbrar… y ya no importará en que “tempo” se haga… siempre será un final.
La Orquesta Sinfónica que interpretará esta original Sinfonía, aunque integrada por muchos, resiente su sonido letalmente ante las ausencias y/o los protagonismos rutilantes…. Todos deben afinar parejos de intensidad. ¡Pero todos!… ¡Que nadie se distraiga…! ¡Que nadie se apure tanto! ¡Que cada uno se haga cargo de que su propio instrumento haga el descomunal esfuerzo por armonizar con los demás!
Nada sencillo ¿no? ¡Pero quién dijo que lo fuera! Esta sinfonía no es para que la interprete cualquiera… Si no te atreves puedes formar parte de un aglutinamiento indiferenciado de músicos que hacen de partenaire de algún rutilante solista; solo que, de ahora en más, ya no serás un miembro de una Orquesta sinfónica (aunque simulen serlo) y lo que ahora interpretarás, ya no será una Sinfonía.
Sinfonía: del griego “synphonía”, que significa “SONIDO CONJUNTO”