Del “Ciclo de FEMUCOR; Pensamientos que Construyen caminos” sobre la crisis desatada por la pandemia.
Hoy nos ofrece sus pensamientos el ex presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina -FECOOTRA -; ex Vocal en el Directorio del INAES; y actual Consejero Honorario de la Confederación COOPERAR.
“En los últimos 1000 años de la humanidad hemos creado un mundo desigual e injusto. La hegemonía del capital financiero y concentrado ha traído como consecuencia la destrucción del ser humano y del planeta.
La pandemia nos encuentra con el mayor nivel de desigualdad en la historia de la humanidad, donde una decena de personas poseen más recursos y bienes que el resto de los habitantes del planeta, y con el mayor nivel de destrucción de la naturaleza.
Poner al mundo bajo la racionalidad del lucro conlleva a todo este desastre y la Pandemia nos ha mostrado esa cara de manera brutal. Las potencias más ricas tuvieron barbijos al principio, aunque para ello tuvieran que asaltar como piratas aviones en los aeropuertos para conseguirlos y ahora con las vacunas, hay países que tienen 7 vacunas por habitantes, mientras que a continentes enteros como África no han llegado todavía.
La pandemia ha puesto cruelmente el debate sobre la mesa. Surgió este virus como respuesta de la naturaleza al asalto salvaje que el ser humano ha hecho de la misma. Pero no es la única muestra, en estos días vemos como los desequilibrios ecológicos producen que olas de aire frio que antes quedaban en los Polos, comiencen a correrse a otros sectores del planeta y en el norte del planeta, esa ola polar llegó hasta Texas, produciendo desastres sin igual y mostrando la fragilidad de todo lo construido, sobre todo en Texas donde el paradigma neoliberal reinaba al máximo y el resultado fue un pueblo abandonado a las fuerzas del mercado, o sea destrucción y sufrimiento por un Estado Ausente.
Si no paramos la pelota -dicho futbolero-, y barajamos y damos de nuevo -dicho popular- y construimos entre todos, un nuevo mundo, no habrá destino para las generaciones futuras, ni casa común para albergarlas.
La Pandemia y los efectos climáticos de los desequilibrios en la naturaleza, hemos visto que se han podido enfrentar mejor cuando en las sociedades existen estados presentes, gobiernos que cuidan a sus pueblos, que privilegian la salud sobre la economía y que desean ayudar a construir una economía que respete al ser humano y al planeta.
Las cadenas de valor mundiales de producción de bienes y servicios para maximizar el lucro, fueron las que permitieron la llegada del virus a cada rincón del planeta. Y al virus lo tuvimos que enfrentar desde los territorios aislándonos. Y ahí se vio que los territorios con mayor autonomía en la producción de sus bienes y servicios podían enfrentar mejor la crisis que otras regiones altamente dependientes.
Nos puso ante la evidencia que debemos construir un nuevo mundo desde los territorios, con una visión global. Una construcción mundial cuidada, solidaria, común, basada en el respeto a vida y la naturaleza desde nuestros lugares en el mundo, pero conectados con todos, ayudados del enorme avance de la ciencia y las tecnologías de la informática y las comunicaciones.
Construir un mundo, no desde la visión del lucro, sino desde la visión de sostener la naturaleza y dentro de ella a nuestra especie, pero respetando a las demás, exige una visión estratégica radicalmente diferente y las cooperativas y mutuales tenemos mucho para decir y construir en ello.
Porque hasta ahora y como decía al principio, la humanidad ha construido capitalismo. Capitalismo de pocos patrones (ícono EEUU), Capitalismo de Estado, de un solo patrón, el Partido (ícono China) y el otro sistema que nació en 1844 con los Pioneros de Rochdale, es la economía en manos de la gente, un socio, un voto, las cooperativas y las mutuales, que hoy son más de 3 millones de empresas en el mundo, que nuclean a 1300 millones de seres humanos y son el 10 % de la economía mundial. Que generan 280 millones de puestos de trabajo, mientras que las naciones del G20 solo crean 35 millones.
Nacimos hace 174 años como organizaciones del pueblo para resistir las desigualdades que creaba la sociedad capitalista y fuimos la ambulancia que recogía los heridos del capitalismo durante todo el desarrollo capitalista, siendo funcional a la situación.
Pero desde hace 20 años venimos haciendo un esfuerzo mundial desde nuestro movimiento por dejar de ser solo ambulancia y convertirnos en constructores de una nueva sociedad basada en la propiedad común de la humanidad y sus bienes, construir un mundo donde quepamos todos los humanos y todas las especies y nos hemos sumado a la construcción política de ese nuevo mundo en alianza con todos los que quieren una nueva economía en un nuevo mundo, los obreros y sus movimientos; los desplazados del sistema y sus movimientos sociales; las Iglesias; los movimientos culturales; los movimientos de pequeños empresarios; los movimientos políticos progresistas; los Estados que piensan en sus pueblos y no en la ganancia de los ricos solamente; los movimientos de jóvenes; los movimientos de las mujeres; la gran alianza por otro mundo posible, que se sintetiza en un Programa: los Objetivos del Desarrollo Sostenible, los 17 puntos que el debate mundial ha construido.
Pero ese programa solo podrá ser construido y puesto en práctica si esta amplia alianza mundial tiene fuerza y poder para hacerlo.
Construir esa sociedad más justa, inclusiva y solidaria, solo será posible si nos comprometemos, si “agarramos la pala” y laburamos por ello. Desde nuestras empresas solidarias, desde nuestros territorios, en alianza con los gobiernos populares que quieren estados presentes, estados constructores de justicia social, donde la Política Pública también esté al servicio de esta nueva construcción.
Hay un ejemplo que siempre nos decimos desde el interior. Nos lamentamos que en nuestros pueblos y ciudades no hay lugar para el desarrollo de nuestros hijos que se van a estudiar y no vuelven porque no hay trabajo y solo hacemos eso, lamentarnos y vivir el desarraigo y sus secuelas de infelicidad, pero no vemos que esas posibilidades que nuestros hijos puedan estudiar y trabajar en nuestro propio territorio solo se puede lograr si nosotros nos comprometemos y ponemos nuestros recursos, pocos o muchos en común y creamos esas posibilidades.
Si siempre esperamos que la solución venga de arriba, la solución no llega, debemos construirla nosotros en común, en colectivo, incluso con los ricos que quieran quitarse los anillos y compartirlos, como pedía Monseñor Arnulfo Romero, mártir de El Salvador, llamando a los poderosos a reflexionar sobre el mundo que estaban construyendo y la respuesta fue que lo asesinaron.”
“Para que esa historia no se siga repitiendo, desde la Economía Social y Solidaria, los Cooperativistas y Mutualistas, hombres y mujeres y todos los géneros, debemos militar junto a otros, la causa del nuevo mundo por construir; la racionalidad de la nueva sociedad no es el lucro, es el compartir, no es el competir; es el cooperar, la lógica del principio de los tiempos, la de la comunión, la común unión, compartir el pan y el vino. Desde esa lógica rectora y desde nuestras comunidades organizadas iremos encontrando el camino que deje un mundo a las generaciones futuras.
No hay un manual escrito de cómo construir lo nuevo, hay experiencia acumulada en la lucha de ese camino. Como decimos los vascos, “de la vieja fuente corre el agua nueva”; la vieja fuente: “Los Valores”, el agua nueva: los y las comprometidos a construir con esos Valores de Solidaridad y Cooperación.”
Fuente: FEMUCOR