Tenemos un espacio nuestro que se llama “Punto de encuentro” donde contamos con una huerta agroecológica. Las mujeres en situación de violencia, se conectan y una vez por  semana trabajan en la huerta agroecológica y del trabajo que hacen, se llevan verduras, hortalizas; son mujeres que están en situación de vulnerabilidad y esta es una manera de acompañarlas y que puedan salir adelante.

Con la huerta pueden llegar a una subsistencia, lo que pueden hacer es llevarse en la semana verdura, pero los miércoles hacemos bolsones y estos se venden ya que son alimentos agroecológicos y este dinero las ayudará, ya que se llevan un porcentaje   que les servirá para sus otros gastos.

Lo que hace el hombre violento muchas veces es aislarla en su casa y  lo que hacemos con estas mujeres es empezar a empoderarlas desde lo económico, a fortalecer nuevamente su autoestima y que puedan tener una salida laboral.

La conducta asociativa

Creemos que podemos resolver problemas en todos los órdenes de la vida facilitando una conducta asociativa, aunque sabemos que no siempre es algo fácil de asimilar.

La conducta asociativa es más complicada; además muchas de estas mujeres desde la niñez han sufrido violencia o algún abuso o vieron en sus madres el estereotipo de mujer maltratada y así naturalizaron la violencia, entonces se relacionan desde ese lugar.

Los Grupos son importantes

Trabajamos mucho en los Grupos; yo coordino dos, uno en Coronel Vidal y otro en Santa Clara del Mar, todos de mujeres, lo que hacemos es trabajar la autoestima y fortalecerlas para que ellas consigan también una independencia económica, porque esto también es un tema cuando se separan.

En el grupo de Santa Clara que está hace más tiempo, más de un año, son entre 10 y 15 mujeres y en el de Coronel Vidal empezamos hace seis meses son 7 ú 8, lo que pasa que estos lugares donde yo trabajo son pueblos chicos y la mujer al ser un pueblo chico le da miedo exponerse o que se entere la gente,

Entonces van llegando al Grupo, pero hay una resistencia y hablamos de la vergüenza con estas mujeres y a medida que van viendo que hay mucha confidencialidad, que lo que se habla en el grupo queda en el grupo, entonces de a poco van confiando y la restante práctica es un grupo afianzado y uno siente que se progresa.

En realidad, progresaron un montón; entraron con una autoestima muy baja, con ganas de nada y yo las veo que avanzaron, ya están trabajando, otras que estaban con su pareja ya se han separado, ya se han ido del hogar; o sea sí, han avanzado.

Es un trabajo intenso porque la mujer que sufre situación de violencia, más que nada las psicológicas les lleva unos dos años volver a recuperarse y  es un tiempito; no es que de un día para el otro llega el cambio. Es un proceso, pero se va trabajando.