Al conmemorarse 25 años de la declaración de la Identidad Cooperativa, resulta propicio referirse a dicha temática, aportando consideraciones vinculantes.
Cabe señalar que por identidad cooperativa debemos interpretar el compendio de factores y cualidades que identifican al movimiento, plasmados sustancialmente por su razón de entidades constituidas para dar respuesta a necesidades e inquietudes de los asociados que las componen; partiendo de la base que posibilita diferenciarlas de otros paradigmas organizacionales, principalmente de la economía capitalista y organismos estatales.
Interés por la Comunidad
Esta filiación se ha forjado a través de la trayectoria de sus 175 años de historia, robustecida doctrinariamente, con la incorporación en el Congreso Cooperativo Internacional de 1995, del 7º principio cooperativo: Interés por la comunidad.
Determinación tan acertada como pertinente, habida cuenta que, por su índole y antecedentes, las cooperativas asumen compromisos con las sociedades a las que pertenecen. Dicho precepto le es común a todas las entidades solidarias, potenciándose primordialmente en las de servicios públicos, que, por su prestación y naturaleza, están integradas por el conjunto de la población local.
Desde su origen, las cooperativas traen implícito la responsabilidad social de resolver las problemáticas para las que fueron creadas; siempre honrando los Principios y Valores, que constituyen los baluartes de su Doctrina.
Integración para ocupar más espacios
La Identidad Cooperativa también se fortalece por la integración sectorial y la Intercooperación, con entidades de la misma naturaleza. El accionar conjunto incrementa la efectividad del accionar común, posibilita el acceso a escalas, a la vez permite ocupar más espacios y, por ende, redunda en beneficio de todos los asociados; viabilizando paralelamente la adaptación a las dinámicas transformaciones que pone en agenda el mundo contemporáneo.
Estos procesos que comienzan por facilitar las actividades conjuntas de forma directa, fortaleciendo el sistema en el ámbito local y regional; en exitosos casos ha trascendido a niveles nacionales e internacionales.
Consustanciación de la dirigencia
Evidentemente no todos los procederes de las cooperativas pueden estar estatuidos; debido a ello preservar la identidad, depende en buena medida de la consustanciación de su dirigencia con el ideario del movimiento, que precisamente está estrechamente emparentado al tema que nos ocupa.
Podemos aseverar que las cooperativas que marcan rumbos son las que han robustecido la confianza interna, donde prevalecen la horizontalidad y el trabajo en equipo, no dando cabida a los individualismos que son precisamente, la antítesis de los postulados doctrinarios y, la esencia misma de la cooperación.
Preservar la Identidad Cooperativa
Enfatizar sobre la importancia de preservar la Identidad Cooperativa, bajo ningún concepto significa que el movimiento deba hacer caso omiso de los cambios y desafíos que impone el mundo moderno. Al respecto, a través de su historia ha demostrado como sin renunciar a ningún postulado ni soslayar el espíritu de la doctrina, supo adaptarse a los distintos retos presentados, empleando mecanismos que el propio sistema proporciona: fusiones, interacciones, redes, operaciones agrupadas, alianzas estratégicas, etc.
Nadie podrá negar que los cambios más vertiginosos se produjeron durante la globalización; en lo que va del nuevo milenio las modificaciones acaecidas han trastocado el orden internacional, en lo económico, político y social. Precisamente en el mismo lapso, es cuando el cooperativismo ha recogido los mayores reconocimientos y valorización, por parte de los más importantes organismos internacionales: Naciones Unidas, G-20, Parlamento Europeo, Organización de los Estados Americanos, Organización Internacional del Trabajo y la iglesia, mediante el propio Sumo Pontífice.
En varios países hay casos que constituyen verdaderos paradigmas de adaptación a los tiempos que corren, que además de los logros alcanzados, ponen de manifiesto que el cooperativismo ha operado como equilibrio y alternativa al capitalismo global, cuyo norte tiene como premisa la acumulación económica en manos de gigantescos conglomerados societarios transnacionales.
Prototipos mundiales de integración y cooperación
En materia de fusiones hay ejemplos contundentes, en España entre cooperativas agroalimentarias, como en el sector vitivinícola; en Dinamarca la unión de cooperativas lecheras dio lugar a la 5° industria del rubro más importante del planeta. Estados Unidos, cuna del capitalismo y sede de los emporios exportadores de granos más poderosos, es escenario de diferentes asociaciones solidarias, las que han fortalecido palmariamente su participación en un mercado tan competitivo. En la misma sintonía se replican casos en Alemania y los países nórdicos. En varios de estos casos, las alianzas se extendieron al plano internacional.
Los prototipos exitosos en materia de integración y cooperación entre cooperativas son naturalmente de mayor frecuencia y, por lógica, se traduce en que la “unión hace la fuerza”.
Colofón
En consecuencia, los mecanismos del sistema antes citados son perfectamente utilizables y valederos, siempre y cuando se preserven los valores de autoayuda, democracia, equidad y solidaridad, como los éticos sustentados en la honestidad, transparencia, responsabilidad y vocación social.