A finales del siglo XIX miles de familias italianas, tomaron la dolorosa decisión de desarraigarse de su tierra abatida por las guerras y la pobreza, para embarcarse con sus pocas pertenencias y enseres y lanzarse, a través del Atlántico, en pos de un sueño de trabajo y prosperidad.
En esas épocas, los medios de comunicación eran escasos, sólo el boca a boca de unos pocos aventureros que oficiaron de avanzada, pronosticaban un futuro de abundancia y un verdadero paraíso en este lugar. Sin embargo, nada fue fácil en esta parte del mundo donde todo estaba por hacer.
Por ese entonces, Argentina renacía de una profunda crisis para iniciar un camino de grandes transformaciones. Pero esos cambios necesitaban brazos fuertes y sangre joven y allí estuvieron los inmigrantes italianos.
Algunos se desarrollaron como profesionales o constructores, otros como comerciantes, pero la gran mayoría vino a radicarse al campo como agricultores. Sus primeras ganancias las usaron para adquirir un pedazo de tierra y no para volver a sus pagos, con la clara conciencia de que Argentina sería su segunda patria, la definitiva.
Así fue que la zona de San Pedro comenzó a poblarse por un grupo de italianos que supieron ver la fertilidad de la tierra y buenas oportunidades de trabajo.
Llegaron, al decir de don Víctor Picco, ex presidente de la institución “napolitanos nostálgicos de canzonetas; atezados calabreses y sicilianos; rubios lombardos; emprendedores genoveses, vénetos y marquesenos; pulcros florentinos de hermoso hablar; rudos campesinos de la Romaña”, que insuflaron vida y trabajo a estas tierras dando origen y sentido a las futuras generaciones.
Solucionadas las necesidades más urgentes y vitales, comenzaron a pensar en aunarse para mitigar la nostalgia por la patria lejana. Algunos intensificaron las relaciones con connacionales originarios del mismo pueblo, pero otros fueron más allá y, basados en el principio de la solidaridad entre hermanos, alumbraron la idea de asociarse en forma mutual para hacer más agradable su vida en el país.
Impulsados por el recuerdo de la patria lejana y para salvaguardar su legado cultural, el 13 de julio de 1873 nació la “Sociedad Italiana de Unione e Benevolenza de Socorros Mutuos” de San Pedro. Fueron 40 italianos los que entregaron sus mejores esfuerzos luego de la jornada laboral, para levantar la hermosa sede de la calle Mitre 861. Algunos contribuyeron con dinero, otros con materiales de construcción y la mayoría con el trabajo de sus brazos.
Desde la primera Comisión Directiva encabezada por Pablo Corti hasta la que hoy comanda los destinos de esta noble institución con más de 145 años de trayectoria, se mantienen intactos los objetivos de aquellos hombres que dieron origen y sentido a las vidas de los descendientes de aquellos inmigrantes.